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Judíos ultraortodoxos
Los judíos ultraortodoxos son como los
ultraortodoxos de todas las confesiones religiosas: sufren delirios que
ellos consideran pensamientos profundos y beneficiosos para la
humanidad. Como fui, durante unos años, católico ultraortodoxo -ya que
no iba a lograr ser portero de Osasuna, aspiraba a ser canonizado como
mi ídolo Teresa de Ávila- comprendo a los nebelifatas como si los
hubiera parido. Un chascarrillo reciente de ultraortodoxia y misoginia
esperpéntica acaban de protagonizar unos judíos especialmente
inspirados, que han viajado 11 horas de pie en un avión porque se han
negado a sentarse junto a mujeres.
En un vuelo de la aerolínea El Ai de Nueva York a
Tel Aviv, al embarcar en el avión, los ultraortodoxos, a los que el
destino les había asignado un asiento contiguo al de una pecadora, les
pidieron a las mujeres que se cambiaran de asiento para así librarse de
cualquier tentación con la que el demonio podía ponerlos a prueba. Si
alguien conoce bien el valor del dinero es un judío -y aquí lo digo como
el mayor elogio a su sentido de la realidad y su buen gusto- y por eso
los ultraortodoxos más sabios incluso les ofrecieron dinero a las
mujeres.
Ante la negativa de las mujeres a cambiarse de
asiento, los ultraortodoxos -que no en vano sabían por el Génesis que
ellas son las descendientes de Eva, la madre de todas nuestras
desgracias- se quedaron de pie en los pasillos, lo que retrasó el
despegue del avión. Y se pusieron a rezar en el pasillo del avión con el
riesgo de que, si los pilotos eran ateos, al ser informados podían
sentir, furiosos, la tentación de estrellar el avión con judíos
ultraortodoxos, judíos simplemente ortodoxos y judíos incluso ateos,
como, por ejemplo, Amos Oz y su hija la historiadora Fania
Oz-Salzberger, autores de Los judíos y las palabras, que, si hubieran
estado en el avión, quizá habrían pensado en los colegios españoles que,
también inspirados por el cielo, imparten su docencia con segregación
sexual de alumnos y alumnas.
Quiera el cielo que estas chicas y chicos
nuestros, cuando viajen, no terminen montando broncas en los aviones
porque se ponen nerviosos si se sientan junto a una persona del otro
sexo. Ah, y ahora con la Lomce, estos colegios ultraortodoxos van a
poder recibir subvenciones públicas. Loado sea Yahvé.